AVÍO DEL ALMA

martes, 26 de julio de 2016

CONOCE AL NIÑO DE "LA MANO DE LA ESPERANZA".


LA MANO DE LA ESPERANZA

La operación realizada a Samuel Alexander Armas en Agosto de 1999, se consideró pionera en la medicina fetal, ya que era el feto más pequeño (21 semanas - 5 meses y una semana-) que había sido operado hasta la fecha.

La emotiva imagen entró en circulación en algunas revistas estadounidenses en noviembre de 1999 y desde entonces sigue dando la vuelta al mundo.

Se trata de la imagen de un bebé no nacido de 21 semanas de edad, llamado Samuel Alexander Armas, que tenía un diagnóstico de "espina bífida" (columna vertebral abierta) y no habría sobrevivido si hubiera nacido con tal malformación.
“Durante la operación, Samuel sacó su pequeña mano a través de la apertura quirúrgica del útero de su madre. Cuando el médico levanta su mano, Samuel reacciona al tacto y agarra el dedo del médico. Como una prueba de resistencia, el médico sacude el pequeño puño. Samuel se mantuvo firme. En ese momento, tomé esta foto“ - palabras del fotógrafo Michael Clancy, autor de la foto la cual llamó “la mano de la Esperanza“-.

Samuel sacó su pequeña mano a través de la incisión. Las fotos no son un hoax ni están manipuladas, se publicaron en el periódico USA Today y The Tennessean el 7 de Septiembre de 1999. Fueron tomadas por Michael Clancy un fotógrafo que fue contratado para asistir a la operación y que ni de lejos pensaba que se encontraría una escena así.

Sin embargo, la polémica sobre que ocurrió verdaderamente en aquel quirófano aún se desconoce. Los dos principales testigos del acontecimiento lo expresan de forma distinta:

Michal Clancy (Fotógrafo): “Samuel se despertó de la anestesia demasiado pronto y salió con el puño apretado a través de la incisión quirúrgica del útero. En mi opinión, Samuel sentía dolor. El Dr. Bruner lo cogió y alzó con suavidad la mano de Samuel (para volver a introducirlo en el útero). Samuel reaccionó apretando el dedo del doctor”.

Joseph Bruner: “Según mi punto de vista, o Samuel Armas salió del útero y tocó el dedo de un compañero o soy yo empujando su mano fuera del útero (para introducirlo una vez que había salido)… que es lo que hice”.

Sin embargo, a pesar de la diferencias en la versión de los hechos, el Dr. Bruner describió la escena como “impactante” y Michael Clancy como “milagrosa” y ambos coinciden en que Samuel sacó la mano.

La naturaleza de la foto hizo que pronto fuera utilizada por asociaciones antiabortistas y que fuera criticada por las proabortistas. Las primeras recurriendo (y exagerando) a la versión del periodista, los segundos recurriendo a las del doctor. Si la razón de que cogiera el dedo del doctor fue intencionada o un reflejo, o incluso si la llegó a coger o no, sólo puede especularse.

Julie Armas, la madre del pequeño Samuel -en aquella época una mujer de 27 años que había tenido ya dos abortos naturales- quedó finalmente embarazada de un bebe que iba a llamarse Samuel Alexander si fuera varón. En la semana 12 de gestación le diagnosticaron a su bebe espina bífida.

Añadir leyenda
Gracias al gran apoyo familiar que recibió, Julie, consciente del peligro que tal procedimiento podría suponer para su propia salud, se decidió por la operación fetal que salvaría la vida de su hijo aún no nato.
La operación fue realizada por el Dr. Joseph Brunner -cuyo dedo se ve en la foto- en colaboración con un equipo médico de la Universidad de Vanderbilt.
Dr. Bruner comentó más tarde que el momento en que el bebé había agarrado su dedo fue el momento más emotivo de su vida y por un instante casi olvidó que estaba realizando una operación girúrgica.


Finalmente Samuel vio la luz del mundo el 2 de diciembre de 1999, a las 36 semanas de gestación. Nació por cesárea y no presentaba malformaciones ni problemas aparentes. Hoy en día, gracias a la cirugía fetal, es un niño sano.





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lunes, 18 de julio de 2016

LA LLAMA INTERIOR


LA LLAMA INTERIOR


Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.

Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: - “Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?”

El rey le dijo: - “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”.

Al término del paseo, el rey le preguntó: - “¿Qué piensas de mis riquezas?”

La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”.

El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”.

PARA LA REFLEXIÓN


   Toda nuestra vida debiéramos estar ocupados en que “no se nos apague la llama interior”; más aún, en avivar esa llama cada día.
     - ¿Cuáles son las “riquezas” que nos hacen olvidarnos de nuestra “llama interior”?
     - ¿Cuáles son las consecuencias de no avivar la llama interior?
     - ¿Qué medios tenemos a nuestro alcance para avivar el fuego de nuestra llama interior?
     - ¿Qué experiencias personales o cercanas hemos vivido, que nos muestren los beneficios o perjuicios de avivar o dejar apagar la llama interior?



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domingo, 10 de julio de 2016

UNA TRAGEDIA... DE LA QUE HAY MUCHO QUE APRENDER.


¡¡¡ TRAGEDIA EN UNA ESCUELA RURAL !!!
(Una actitud para aprender)

En los primeros años del siglo XX, en una pequeña escuela rural de Kansas, en Estados Unidos, había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un niño de ocho años, Glenn, tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano para encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus compañeros.
Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente del edificio, más muerto que vivo. Su hermano Floyd, de diez años, había fallecido en el incendio. Glenn tenía quemaduras graves, sobre todo en sus piernas, y lo llevaron urgente al hospital.
En su cama, el niño horriblemente quemado y semiconsciente, oía al médico que le decía a su madre que seguramente su hijo moriría y que era lo mejor que le podía pasar, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo.
Pero el valiente niño no quería morir. Y decidió que sobreviviría. Para gran sorpresa de los médicos, el niño sobrevivió.
Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablar en voz baja. Dado que el fuego había dañado sus extremidades inferiores, los médicos aconsejaron a la madre que había que amputarle las piernas, pues no había posibilidad de usarlas jamás, ya que sería un inválido. Pero su madre no lo permitió.
Una vez más el valiente niño tomó una decisión: “Caminaría, costara el esfuerzo que costara”. Aunque desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida. Finalmente, le dieron de alta.
Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni control… ni nada. No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.
Cuando no estaba en la cama, para trasladarse tenía que usar una silla de ruedas.
Una mañana soleada, la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco. Ese día, en lugar de quedarse sentado, decidió tirarse de la silla. Cayó y se impulsó sobre el césped arrastrando las piernas. Así logró llegar hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, y agarrado a un poste, logró ponerse de pie. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a caminar.
Empezó a hacer lo mismo todos los días. Fueron tantos que ya había hecho un surco junto al cerco. No había nada que deseara más, que darle vida a sus dos piernas.
Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre, a los masajes diarios, a su persistencia férrea y a su resuelta determinación, desarrolló la capacidad, primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo… para después… correr.
Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de carrera sobre pista.
Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de sobrevivir, ni de caminar, este joven determinado, llamado Glenn V. Cunningham, llegó a ser el atleta estadounidense que ¡corrió la milla (1.609 mts.) más veloz en todo mundo!

Glenn V. Cunningham 
(4 de agosto de 1909 - 10 de marzo de 1988). Fue un corredor de fondo y atleta estadounidense considerado por muchos como el mejor corredor de una milla de su país de todos los tiempos. En 1933 recibió el premio James E. Sullivan, como el mejor deportista amateur en los Estados Unidos.
Cunningham marcó récords mundiales para la milla, los 800 metros y para los 1500 metros.
En 1934 estableció el récord mundial de la carrera de una milla y en 1936 el récord mundial en la carrera de 800 metros.
Participó en los Juegos Olímpicos de 1932 y 1936. En la final de 1.500 metros en Berlín, Cunningham superó el récord mundial pero fue derrotado por Jack Lovelock y recibió la medalla de plata.
Cunningham se retiró después que los Juegos Olímpicos de 1940 fueron cancelados, y  durante cuatro años fue director de educación física en la Universidad de Cornell en Iowa.


Llegó a ser llamado “El caballo de hierro de Kansas”.

Gracias a su actitud positiva y a su determinación logró lo que era imposible. Todo un ejemplo a seguir frente a nuestras derrotas y fracasos, para que jamás nos dejemos vencer y luchemos con optimismo.
En ocasiones ciertas tragedias nos pueden acobardar, pero hay ejemplos de personas que han sabido afrontarlas y de las que podemos aprender mucho.

Tres actitudes básicas en la vida:
1ª - CONFIANZA ABSOLUTA EN DIOS.
2ª – CONFIANZA EN TI MISMO/A.
3ª – PERSISTENCIA EN LA LUCHA.
Con estas tres actitudes, lograrás tus metas.




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viernes, 1 de julio de 2016

SE ORINÓ LOS PANTALONES


SE ORINÓ LOS PANTALONES



Un niño de nueve años está sentado en su pupitre y, de repente, hay un charco a sus pies, y la parte de adelante de sus pantalones está mojada.

Piensa que su corazón se va a detener porque no puede imaginarse como esto le ha podido suceder. Nunca antes le había pasado. Y sabe que cuando los niños se den cuenta se expondrá a las burlas de todos. Cuando las niñas lleguen a enterarse, no volverán a hablarle mientras viva...

El niño piensa que se va a morir de la vergüenza. Por eso agacha la cabeza y dice esta oración: “Querido Dios, ¡esta es una emergencia! ¡Necesito ayuda ahora! Dentro de cinco minutos estaré muerto de vergüenza”.

Al levantar la cabeza después de su oración, ve venir a la maestra hacia él con una mirada que pareciera haberlo descubierto.

Mientras la profesora camina hacia él, una compañera de nombre Susie va cargando un pez dorado en un acuario lleno de agua. Susie se tropieza frente a la profesora e, inexplicablemente, derrama toda el agua en el regazo del muchacho.

El niño aparenta estar enojado, pero al mismo tiempo está diciendo dentro de sí: “¡Gracias, Señor! ¡Gracias, Señor! ¡Gracias, Señor!”

Ahora, de repente, en lugar de ser ridiculizado, el niño es objeto de simpatía. La profesora lo lleva rápidamente abajo y le hace poner unos shorts de gimnasia mientras se secan sus pantalones.

Todos los otros niños están arrodillados limpiando alrededor de su pupitre. La simpatía es maravillosa. Pero como así es la vida, el ridículo que le habría tocado enfrentar al niño ahora se centra en su compañera Susie. Ella trata de ayudar, pero le dicen que se quite: -“¡Ya has hecho suficiente, 'torpe'!”.

Al final de la jornada, mientras están esperando el bus, el niño se dirige a Susie y, en un murmullo le dice:

- “Lo hiciste a propósito, ¿verdad?”

Susie le responde, también en un murmullo:

- “Yo también me oriné en los pantalones una vez”.

* * * * * * 

Que Dios nos ayude a ver las numerosas oportunidades de hacer el bien que siempre están a nuestro alrededor.

“El bien siempre y a todos. El mal nunca, a nadie”
                                                                   (San Luis Orione)


Todos y cada uno de nosotros pasa en la vida por momentos difíciles, del tipo que sean y por los motivos que sea. Qué lindo encontrar personas que nos ayuden, nos apoyen, nos escuchen. Porque a través de esas personas Dios nos está demostrando lo mucho que nos ama. 

Y qué gran responsabilidad que cada uno de nosotros descubramos las numerosas oportunidades que tenemos de hacer el bien y de hacer sentir a los demás lo mucho que Dios les ama. 



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