EL PERDÓN
El
tren corría por la vía a toda velocidad como buscando las estaciones a las que
se acercaba. Entre el bullicio que había en el pasillo, nadie reparó en un
joven que estaba con el rostro entre las manos. Cuando levantaba el rostro, se
veían en él las huellas de la tristeza, el desencanto y la preocupación.
Después
de varias estaciones, un señor mayor que estaba sentado frente a él, se animó a
preguntarle cuál era el motivo de su turbación:
- Verá,
en mi adolescencia, era muy rebelde y no hice caso a mi madre que me aconsejaba
que dejara las malas compañías. En una de mis andanzas, en una pelea, maté a
una persona. Fui juzgado, condenado a diez años de cárcel y cumplí la sentencia
en un presidio lejos de mi casa. Nadie me escribió durante todos esos años y todas
las cartas que envié no obtuvieron respuesta.
Unos
meses atrás, - prosiguió el joven - cuando supe que me iban a liberar le
escribí a mi madre una carta en la que le dije que sabía lo mucho que había
sufrido por mí en estos últimos diez años. Le dije que había sido un mal hijo y
que entendía su silencio. Le comuniqué que al cabo de unos pocos meses saldría
en libertad y que deseaba regresar a casa. No
sé si me estarás esperando, - le dije -, por lo cual te pido que me des una
señal que me permita saber que me aceptas. ¿Te acuerdas del naranjo que hay en la
estación de trenes? Yo voy a comprar un pasaje que me lleve más allá de nuestro
pueblo. Si me has perdonado y aceptas que regrese a casa, pon una cinta
amarilla en ese naranjo. Cuando yo pase en el tren, si la veo, me bajaré y si no,
sabré que no me has perdonado y seguiré de largo. Te aseguro que si no veo la
cinta amarilla, nunca más te molestaré.
Ahora
que nos estamos acercando a la estación en la que me debería bajar, - prosiguió
el joven - tengo mucho miedo. ¿Podría usted hacerme el favor de mirar y decirme
si ve una cinta amarilla en el árbol?
El
tren fue avanzando, cuando de repente, el señor que estaba mirando por la
ventanilla, gritó lleno de alegría:
– ¡Mira,
mira…!
Alzando
los ojos surcados por las lágrimas, el joven no podía creer lo que estaba
viendo: contempló el espectáculo más hermoso que podían ver sus ojos. El naranjo no tenía una cinta amarilla, tenía cientos de cintas amarillas y no
solo eso, todos los árboles del pueblo
estaban llenos de cintas amarillas, para hacerle entender que no solo su madre,
sino todos sus amigos y conocidos lo habían perdonado y lo esperaban para darle
una cariñosa bienvenida.
Quiero
que sepas que hay una persona llamada Jesús,
que como la madre y los amigos del joven de la historia, puede perdonarte hasta el acto más aberrante que hayas cometido.
Muchas
veces escuchamos decir a las personas, «No tiene perdón de Dios» Sí, sí que lo
tiene. Hasta el personaje más siniestro
que el mundo haya conocido puede alcanzar el perdón de Dios, si realmente está
arrepentido.
Te
parecerá extraño, pero así es el Señor. ¿Sabes por qué? Porque Él es amor, y nos ama a pesar de lo
miserables que podemos ser. Su misericordia es infinita.
Muchos
piensan que es tan grave lo que hicieron, que jamás les perdonarán y menos aún
Dios. ¡Quita esta mentira de tu mente y recibe el perdón de Jesús!
«El
joven de la historia tenía miedo de no ser perdonado, por eso pidió una señal.
Cuando pidas perdón a Dios, jamás tengas temor, antes de que tú se lo pidas,
todos los árboles del cielo, ya están llenos de cintas amarillas»
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Con esta
linda historia del PERDÓN, hemos iniciado el día 29 de Febrero el Año
Lectivo 2016, con la Eucaristía a los pies de María y la participación de todas
las escuelas y colegios de Itatí.
Todos aceptamos la propuesta de Papa
Francisco, y en Itatí queremos que EL
AÑO DE LA MISERICORDIA lo vivamos desde el corazón. Pero queremos que nadie, nadie, nadie, viva en
nuestro pueblo o se acerque a él, se quede sin enterarse "que todos los
árboles del cielo están llenos de cintas amarillas porque Dios ya nos ha perdonado si estamos
arrepentidos".
De momento nuestros alumnos ya han comenzado
a llenar de cintas amarillas nuestro pueblo. Queremos que sea un signo en este Año de la Misericordia.
Tú también puedes unirte a esta iniciativa,
colocando cintas amarillas en cualquier árbol o lugar visible de tu casa, de la
vereda, del parque de tu pueblo o ciudad, de tu escuela, de tu balcón, de las
rejas de tu patio o de tu ventana, de la Municipalidad, de la Casa Rosada, de
las Embajadas y Consulados, de los Hospitales, Cárceles, Instalaciones
deportivas, y de todo rincón visible, para
que TODOS SE ENTEREN que Dios tiene todos los árboles del Cielo llenos de
cintas amarillas.
Nos encantaría que copien la iniciativa y
llegue hasta Papa Francisco, para que llenen los árboles de Roma y del Vaticano
de cintas amarillas.
Y
cuando lo hayan hecho, cuelguen sus fotos en las redes sociales. Queremos que todos se enteren que estamos EN
EL AÑO JUBILAR DE LA MISERICORDIA, y que SI ESTAMOS ARREPENTIDOS, DIOS YA NOS
HA PERDONADO. Acudamos con fe a recibir el signo de ese PERDÓN en el SACRAMENTO
DE LA RECONCILIACIÓN.
Felicidades a los que ya comenzaron a
decorar los árboles, colegios y casas.
Esta propuesta lleva algunas fotos de Itatí.
Y cuelguen sus fotos para que todo el mundo
se entere.
Y lo más importante: a quien les pregunte qué significan estas cintas, cuéntenle esta historia. Y díganle que también por él/ella DIOS HA LLENADO TODOS LOS ÁRBOLES DEL CIELO DE CINTAS AMARILLAS.