AVÍO DEL ALMA

viernes, 27 de febrero de 2015

UNA FLOR


               UNA FLOR                          


       Había una joven muy rica, que tenía todo: un marido maravilloso, hijos perfectos, un empleo donde le pagaban muy bien, una familia unida. Lo extraño es que ella no conseguía conciliar todo eso. El trabajo y los quehaceres le ocupaban todo su tiempo y su vida estaba mal en algunas áreas. Si el trabajo le ocupaba mucho tiempo, abandonaba a sus hijos; si surgía algún problema, ella dejaba de lado a su marido. Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después.
         Hasta que un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo: una flor muy cara y rarísima, de la cual había apenas un ejemplar en todo el mundo. Y le dijo:
   - Hija, esta flor te ayudará mucho más de lo que tú te imaginas. Únicamente necesita regarla y podarla de vez en cuando, ocasionalmente conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y las más lindas flores.
      La joven la recibió emocionada, pues la flor era de una belleza sin igual. Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgían, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida, que continuaba confusa, y no le permitía cuidar de la flor.
        Ella llegaba a casa, miraba la flor y aún estaba ahí, no mostraba ningún signo de debilidad o muerte, siempre linda, permufada. Entonces ella pasaba sin prestarle más atención.
  

        Hasta que un día, sin más, la flor murió. Ella llego a casa y se llevo un susto. Estaba completamente muerta, sus raíces estaban resecas, sus flores caídas y sus hojas amarillas.  La joven se hecho a llorar y le contó a su padre lo que había acontencido.
         Su padre entonces respondió:   
     -  "Imaginé que eso ocurriría y no puedo darte otra flor, porque no existe otra igual a ella, era única, así como tus hijos, tu marido y toda tu familia. Todos son bendiciones que el Señor te dio, pero debes aprender a "regarlos", "podarlos" y prestarles atención, pues así como la flor, los sentimientos también mueren. Tú te acostumbraste a ver la flor viva, siempre florida, siempre perfumada y te olvidaste de cuidarla. Cuida a las personas que amas.


¿Y tú? ¿Cuidas de las bendiciones que Dios te ha dado? ¿Proteges esa flor? Pues forma parte de las bendiciones del Señor: El nos las da, pero nosotros somos los que debemos cuidar de ellas.

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