AVÍO DEL ALMA

sábado, 10 de junio de 2017

LA VAQUITA


LA HISTORIA DE LA VAQUITA





Un sabio maestro paseaba por el bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita. Durante la caminata comentó al aprendiz sobre la importancia de conocer lugares y personas, y sobre las oportunidades de aprendizaje que nos brindan estas experiencias.

La casa era de madera y sus habitantes, una pareja y sus tres hijos, vestían ropas sucias y rasgadas, y estaban descalzos. El maestro se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia, y le dijo:
- En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir?

El hombre respondió calmadamente:
- Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Parte de la leche la vendemos o la cambiamos por otros alimentos en la ciudad vecina, y con la leche restante elaboramos queso, cuajada y otros productos para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.

El sabio agradeció la información y contempló el lugar por un momento, antes de despedirse y partir.


A mitad de camino le ordenó a su fiel discípulo:
- ¡Busca la vaquita, llévala al precipicio y empújala!

El joven lo miró espantado y le replicó que ese animal era el medio de subsistencia de la familia. Como percibió el silencio absoluto del maestro, cumplió la orden: fue, buscó la vaquita sin ser visto, la empujó al barranco, y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en su memoria.

Años más tarde, un día, el discípulo resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar para contarle la verdad a la familia y pedirle perdón.

Así lo hizo, y a medida que se aproximaba veía todo muy bonito, diferente de como lo recordaba. Se sintió triste, imaginando que aquella humilde familia había debido vender su terreno para sobrevivir.

Aceleró el paso y, al llegar, fue recibido por un señor muy simpático, al cual le preguntó por las personas que vivían en ese lugar cuatro años atrás.

El hombre le respondió que allí seguían.

Sobrecogido, el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que había visitado algunos años antes con el maestro.

Elogió el lugar y le preguntó al señor, el dueño de la vaquita:
- ¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?

Emocionado, el hombre le respondió:
- “Nosotros teníamos una vaquita que nos daba el sustento para sobrevivir. Pero un día cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos; así alcanzamos el éxito que sus ojos ven ahora.

              REFLEXIÓN

Las personas, a veces estamos tan conformes con el estado de cosas que nos rodea que no desarrollamos otras posibilidades que tenemos y otros dones que Dios nos ha regalado.

Sólo necesitamos un evento sorpresivo para darnos cuenta de que la seguridad que creemos tener puede ser nuestra peor consejera, la cual nos impide crecer.



Todos nosotros tenemos una vaquita: en nuestra vida, en nuestro matrimonio, en nuestra pareja… la cual nos proporciona alguna cosa básica para nuestra supervivencia, la cual convive con la comodidad y NOS HACE DEPENDIENTES de ella, Y NUESTRO MUNDO SE REDUCE A LO QUE LA VAQUITA NOS BRINDA.


Hoy te invito a buscar tu vaquita o tu “rebaño de vacas”. Si queréis crecer, SI QUIERES SER FELIZ… sólo hay una alternativa: tirarla/s por el precipicio.

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