“Con toda diligencia cuida tu corazón,
porque de él brotan los manantiales de la vida.”
Proverbios 4:23
En nuestro corazón está guardado todo
lo que somos: nuestra personalidad, nuestro carácter, nuestros pensamientos, nuestros
deseos, nuestros sueños, nuestras inclinaciones, etc. Lo que guardamos en él,
determina lo que somos.
Dios está interesado por lo que hay
en ti, en mí, y por eso nos hace esta recomendación: “Guarda tu corazón, cuida tu corazón”.
Si Dios en este preciso momento te
mirara, ¿qué vería en ti?
Él sabe lo que tenemos allí, lo que
tenemos guardado, y lo que tenemos que cambiar.
Él sabe qué tan manchado está nuestro
corazón. Él sabe lo que nos mancha, lo que nos ensucia, lo que nos avergüenza
en lo más íntimo de nosotros mismos.
Él sabe cuántas veces hemos llorado
de tristeza, de angustia, de amargura, de arrepentimiento por haberle fallado. Él
sabe todo; por eso… ¡Mantén limpio tu Corazón!
Cuenta la historia que había un joven
estudiante de arte. Era un muchacho muy inteligente, y con un futuro
prometedor. Y había uno de sus maestros que lo apreciaba mucho.
Un día su maestro se propuso ir a
visitarlo.
Cuando llegó a la casa del joven éste
amablemente le hizo pasar. El maestro contempló la casa y le pareció
fantástica, pero al llegar a la habitación del muchacho, el maestro quedó
aterrado. Toda su habitación estaba finamente decorada con cuadros, pinturas y
afiches pornográficos.
Las paredes estaban llenas de desnudos
que representaban una crudeza incitante, posiciones indecorosas y sexualmente provocativas.
El maestro un tanto triste prefirió no decirle nada al joven.
Varios días después el maestro le
regalo al muchacho un cuadro bellísimo, con paisajes finamente pintados, y en
medio de tan hermoso paisaje, sentado en el pozo, la representación de Jesús de
Nazaret hablando con la mujer samaritana. Y le dijo que lo pusiera en su
habitación.
Al joven le gustó mucho el cuadro que
le regaló su maestro, así que animado, salió a buscar un lugar donde ponerlo en
su habitación, como le había dicho el maestro.
Intentó colocarlo en una pared, pero
no pudo: había demasiadas mujeres desnudas como para que este nuevo cuadro
tuviera su lugar.
Trató de colocarlo en otra pared, y…
lo mismo. Él cuadro no pegaba entre tanto desnudo y pornografía.
Probó en la otra pared, y no había
espacio suficiente.
¿Dónde colocar el cuadro?
Por fin halló espacio, pero tan
hermoso cuadro no quedaba bien con todos estos desnudos.
Al fin comprendió. Quitó todos los
cuadros, afiches y fotos pornográficas y dejo
sólo el cuadro donde estaba Jesús.
Tal vez tú no tengas una habitación
como ésta, pero…
¿Cómo tienes el corazón? ¿Jesús está en él, como el centro de
tu vida? O, ¿será que necesitas quitar algunas cosas de él?
Hoy te invito a que hagas un
compromiso con Dios. A que quites de tu corazón “los afiches” del odio, del
rencor; “las fotos” de la mentira, de la hipocresía; “los cuadros” de lo
inmoral, de la apariencia, de la doble vida… y todo lo demás. Limpia tu corazón
e invita a Jesús a que sea Él único que habite allí.
Muy Cierto padre!!
ResponderEliminarDios te bendiga, Sofía.
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