AVÍO DEL ALMA

jueves, 13 de agosto de 2015

EL PROFESOR DE DERECHO


El profesor de “Introducción al derecho”



Primer día de clases. El Profesor de "Introducción al Derecho" entró al salón. 
Lo primero que hizo fue pedir el nombre de un estudiante que estaba sentado en la primera fila:
- ¿Cuál es su nombre?
- Mi nombre es Nelson, Señor.
- ¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! - gritó el maestro desagradable.
Nelson estaba desconcertado. Cuando volvió en sí, se levantó rápidamente recogió sus cosas y salió del salón.
Todo el mundo estaba asustado e indignado, pero nadie habló.
- ¡Muy bien!  Vamos a empezar- dijo el profesor. - ¿Para qué sirven las Leyes? - preguntó.
Los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta:
- Para tener un orden en nuestra sociedad – dijo uno.
- ¡No! - Respondió el profesor enérgicamente.
- Para cumplirlas – balbuceó otro.
- ¡No! – repitió el profesor.
- Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones – dijo una muchacha.
- ¡No! – volvió a decir con énfasis el profesor.
De nuevo preguntó: - ¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta?
- Para que se haga justicia – dijo una muchacha tímidamente desde el fondo de la clase.
- ¡Por fin! Es decir, por la justicia, - subrayó el profesor. - Y ahora, - siguió el profesor - ¿qué es la justicia?
Todos empezaron a molestarse por la actitud tan sarcástica del Profesor. Sin embargo, continuaron respondiendo:
- Sirve para salvaguardar los derechos humanos...
- Bien, ¿qué más? - Preguntó el profesor.
- Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien...
- Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta: "Actué correctamente al expulsar a Nelson del aula?"
Todos estaban en silencio, nadie respondió.
- Quiero una respuesta por unanimidad!
- ¡No! - contestaron todos a una sola voz.
- ¿Se podría decir que he cometido una injusticia?
- ¡Sí!
- ¿Y por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. ¡¡¡Todos!!! ¡No vuelvan a estar en silencio nunca más, cuando sean testigos de una injusticia! Vayan a buscar a Nelson – dijo-. Después de todo, él ha sido hoy nuestro maestro. Yo solo soy un estudiante de otra época.

Aprendamos: Cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.


A vino nuevo, odres nuevos. No basta cambiar por fuera, aparentar ser buenos, ser justos, ser coherentes. Hay que serlo de verdad. No nos lo pide el P. Feli, ni nuestra conciencia que se rebela ante la injusticia, ni el sentido común. Nos lo pide Jesús. A vino nuevo, odres nuevos.




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