AVÍO DEL ALMA

lunes, 16 de marzo de 2015

Y TÚ, ¿DE QUÉ ESTÁS LLENANDO TU VIDA?

Los tres hijos y la herencia



      Cuentan de un anciano que, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo:

-   “Tengo muy pocos bienes que repartir entre ustedes. No quisiera dividir en tres partes lo que poseo. He pensado, si les parece, que todo lo que poseo se lo voy a dar al que, de ustedes, se muestre más hábil, más inteligente, más astuto, más sagaz.
     Los hijos se miraron y asintieron diciendo:
-        Nos parece muy bien.
         El padre les dijo:
       - He dejado encima de la mesa una moneda para cada uno de ustedes. Tomadla. El que compre con esa moneda algo con lo que se puede llenar esta habitación completamente se quedará con todo.

Los tres hijos tomaron la moneda y se fueron.

El primer hijo compró con ella paja, pero solo consiguió llenar la habitación hasta la mitad.

El segundo hijo compró sacos de plumas, pero no consiguió llenar la habitación mucho más que el anterior.

El tercer hijo solo compró un pequeño objeto: era una vela. 
Espero hasta la noche, encendió la vela y se llenó toda la habitación de luz.

Este último se quedó con la herencia del padre.


PARA LA REFLEXIÓN

     
 Dios me ha dado una moneda que es mi vida. La herencia que Dios me ha prometido, por suerte, es muy grande: la Vida Eterna. Y esa Vida Eterna depende de como yo "invierto” la moneda que me ha dado: MI VIDA.

     Es muy importante que yo sea consciente de qué estoy llenando mi vida. Puedo llenarla de cosas que me ocupan espacio, tiempo, desgaste personal, salud...

       Es importante llenarla de LUZ. Jesús quiere estar presente en mi vida para iluminarlo todo. Quizás parezca que es inútil rezar, ir a misa, confesarnos, celebrar los sacramentos. Pero sólo cuando estamos a oscuras sentimos la necesidad de la luz.

Y tú, ¿de qué estás llenando tu vida?



ORACIÓN

Hola Jesús, amigo, hermano, y Dios mío..
Quiero dejarte vivir en mi corazón,
para que puedas hacer de mí la mejor de las personas que yo pueda ser.
Una vez dijiste que tus amigos son la luz del mundo.
Me gusta eso de ser luz,
de iluminar a todos los que me rodean con la luz de mi solidaridad,
para hacer que los que están tristes vivan en una fiesta;
para hacer que los que viven la oscuridad del rechazo,
disfruten la luz y el calor de la compañía;
para hacer que los que lo ven todo negro
lo vean todo de color esperanza.
Quiero decirte sí, Jesús.
Quiero que vivas en mí,
porque no me gusta la oscuridad,
la oscuridad donde me encierra mi egoísmo,
la oscuridad donde me atrapan mis enfados,
la oscuridad donde me hunden mis caprichos,
la oscuridad de tantas cosas malas de este mundo.
Quiero decirte SÍ, Jesús,
para que me llenes de tus luces de colores,
colores de alegría, de esperanza, de vida.
Quiero que me ayudes a sentir el calor de tu luz de amistad dentro de mí
porque así podré ser para los demás tu luz y calor de amistad,
con mi forma de obrar y actuar.
Así podré ser luz de esperanza

para los que me rodean cada día.

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