AVÍO DEL ALMA

martes, 7 de junio de 2016

LA MENTIRA, UN CAMINO A LA INFELICIDAD.

LA MENTIRA
Por Feli de los Mozos.
Hoy quiero compartir con todos vosotros, seguidores de mi blog, una reflexión que estoy compartiendo estos días con los alumnos de las escuelas y colegios urbanos y rurales de Itatí y su departamento. Es sobre… la mentira.
La mentira es un pecado tan viejo como la humanidad. Ya en el libro del Génesis, a continuación de la desobediencia de Adán y Eva a Dios, lo primero que aparece por no querer asumir la responsabilidad de la decisión tomada, es una mentira: - “Yo no he sido, no tengo nada que ver, no soy responsable; la culpable es Eva. Ella me dio y comí”- dice Adán-. Y Eva repite la mentira: - “Yo no he sido, no tengo nada que ver, no soy responsable; la culpable es la Serpiente (el demonio). Ella me dio y comí”.
La mentira surge cuando no queremos cargar con las consecuencias de algo, cuando queremos “zafar”, cuando no queremos que nos descubran, cuando pensamos que vamos a obtener más ventaja con la mentira que diciendo la verdad, cuando queremos ocultar una conducta reprensible… Y mentimos, y mentimos, y mentimos. Algunos se auto-engañan llamando a algunas mentiras “piadosas”. ¡Como si las mentiras rezaran! Y la mentira… es mentira, y punto.
Existen tres tipos de mentiras: dichas (palabras), hechas (acciones) y vividas (que convierten la vida en una mentira).
Para que en una persona exista coherencia, se debe dar sintonía entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se vive. Cuando estos tres aspectos no van de acuerdo, se da la mentira. Y la mentira nunca es buena ni beneficiosa. La mentira siempre nos perjudica.
Dios, que es bueno, no es un aguafiestas y quiere nuestro bien, en el 8º Mandamiento dice: “No dirás falsos testimonios ni mentirás”. Por lo tanto, si Dios quiere mi felicidad y me pide que no mienta, es por mi bien.
Y es que la mentira se vuelve en contra de quien miente, de palabra, de hecho, o con su vida.
Quiero señalar dos consecuencias de la mentira para que las tengas en cuenta. Casi 56 años de vida y más de 28 de sacerdote me confirman lo que escribo:
1ª – CUANDO NOS DESCUBREN MINTIENDO, del tipo que sea la mentira, SE PIERDE LA CONFIANZA Y YA NO SE RECUPERA MÁS. Podremos pedir perdón, podremos arrepentirnos y llevar una vida intachable, pero UNA VEZ ROTA LA CONFIANZA la persona engañada va a seguir dudando de nosotros, a no ser que le agarre demencia senil, alzheimer, o pierda la memoria. Y eso no significa que no nos haya perdonado, sino que sus propios procesos mentales van a hacer que se siga acordando.

2ª – NO PODEMOS PREVEER LAS CONSECUENCIAS DE LA MENTIRA. Una mentira que empieza con un interés definido puede terminar de la manera más imprevisible, incluso en una tragedia. Para ilustrar esta afirmación, que sobran los ejemplos en la realidad, voy a contar la historia de Susy, tomada del uno de los libros de REFLEXIONES PARA EL ALMA, libros cuya lectura recomiendo.
Susy, pensó que sus padres no le darían permiso para ir a una fiesta con sus amigos, de manera que les dijo que iría al cine con una compañera. Aunque se sintió un poco mal porque no les dijo la verdad, tampoco le dio mucha importancia y se dispuso a divertirse.
La fiesta estuvo genial, Susy se había divertido como nunca. Al terminar, su amigo Pedro, que había tomado bebidas alcohólicas y algo de drogas, le propuso llevarla a su casa.
La joven se dio cuenta del estado deplorable en que se encontraba su amigo pero, aún así, aceptó la invitación. De repente, Pedro comenzó a propasarse. Éste no era el tipo de diversión que ella pretendía y, en ese momento, pensó que sus padres tenían razón. Quizás era demasiado joven para este tipo de fiestas.
Dándose cuenta que la situación se estaba poniendo muy difícil, suplicó a Pedro que la llevara a su casa. Pero éste, fuera de sí, aceleró su coche y empezó a conducir a toda velocidad. Susy, asustada y desesperada le rogó que fuera más despacio, pero cuanto más le suplicaba, él más aceleraba. De repente, vio un gran resplandor: - ¡Dios, ayúdanos! ¡Vamos a chocar!
Ella recibió toda la fuerza del impacto. Como en una nube, sintió que la sacaban del auto y oyó que decían: - ¡Llamen a la ambulancia! ¡Estos jóvenes están heridos!
Despertó en el hospital… Estaba rodeada de médicos y enfermeras, que trataban por todos los medios de salvarle la vida. Mientras le decían que el accidente había sido muy grave y había tenido mucha suerte de estar viva, le comunicaron que su amigo Pedro había fallecido.
– ¿Y la gente del otro vehículo?– preguntó Susy, con preocupación.
–Todos murieron-, fue la respuesta.
Susy, le pidió a Dios, que la perdonara.  - “¡Solo quería divertirme!”, repetía…
Dirigiéndose a una de las enfermeras le preguntó por sus padres y por qué no estaban a su lado.
- Cuando vengan, dígales que estoy arrepentida de haberles mentido y que me siento culpable por esta tragedia.
La enfermera trató de calmarla, sin decirle nada.
Una vez recuperada, la joven se enteró que las personas que iban en el otro vehículo eran sus padres que habían salido a buscarla.
Una simple o inocente mentira, puede terminar en una tragedia. Después, todo se convierte en remordimientos y una vida llena de dolor y culpabilidad.




«No hay razones para mentir. La verdad nos hace libres. La mentira se convierte en nuestra propia trampa. Una vez que entramos, no es tan fácil salir. Rompemos la confianza que nos brindan nuestros seres más queridos. Y además, siempre tiene consecuencias; muchas veces trágicas y siempre dolorosas.»

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