LA LLAMA INTERIOR
Cuentan que un rey muy
rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y
hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su
categoría.
Ante esta situación y
movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano
para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que
caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
Inmediatamente después de
los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: - “Majestad,
¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta
riqueza?”
El rey le dijo: - “Te lo
revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza.
Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”.
Al término del paseo, el
rey le preguntó: - “¿Qué piensas de mis riquezas?”
La persona respondió: “No
vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”.
El rey le dijo: “Ese es
mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me
interesan las riquezas de fuera”.
PARA LA REFLEXIÓN
Toda nuestra vida debiéramos estar ocupados en que “no se nos
apague la llama interior”; más aún, en avivar esa llama cada día.
- ¿Cuáles son las
“riquezas” que nos hacen olvidarnos de nuestra “llama interior”?
- ¿Cuáles son las
consecuencias de no avivar la llama interior?
- ¿Qué medios tenemos
a nuestro alcance para avivar el fuego de nuestra llama interior?
- ¿Qué experiencias
personales o cercanas hemos vivido, que nos muestren los beneficios o
perjuicios de avivar o dejar apagar la llama interior?
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