jueves, 27 de agosto de 2015

EL REY DISFRAZADO DE MENDIGO


EL REY DISFRAZADO DE MENDIGO


Cuenta una historia, que un gran Rey queriendo saber cuan hospitalarios y buenos eran sus súbditos, decidió un día disfrazarse de mendigo, y se fue por los pueblos buscando hospedaje.
Tocó a la puerta de una casa pidiendo hospedaje, pero la señora, que abrió la puerta, lo miró con desprecio, y le dijo: - "¡Aquí no se reciben mendigos!". Y le cerró la puerta en las narices al rey.
El rey muy triste, anotó la dirección de aquella casa y siguió su camino....
Llegó a una segunda casa y pidió una limosna y hospedaje.
Le dijeron que solo le podían dar la comida que sobró, que le daban a los perros, y que lo podían hospedar allí precisamente, donde los perros dormían...
El rey entró, muy humildemente, y recibió lo que le dieron...
Al día siguiente, anotó la dirección y se marchó...
Llego a un tercer hogar y pidió hospedaje de nuevo. Iba a pedir una limosna también, pero no pudo. Apenas llegó, le abrieron las puertas de su humilde casa, le sirvieron una cena muy sencilla, que compartió con todos a la mesa. Como era de noche, le prepararon una sencilla pero muy limpia habitación, para que pasara la noche... El Rey estaba feliz...
A la mañana siguiente, agradeció a la familia, anoto la dirección, y se marchó de allí…
Dos días después, muy temprano, se levantó, se vistió de Rey y salió con su carroza real a visitar las tres direcciones que los días anteriores había visitado y tenía anotadas.
Llegó a la primera casa, ya vestido de Rey, y los miembros de esa casa se alegraron y quisieron que entrara para colmarlo de atenciones, pero él les dijo: - "Hace unos días vine disfrazado de mendigo y no quisieron atenderme..., y me cerraron la puerta en la cara... Quedan ustedes expulsados de mi reino".
Llego a la segunda casa, y al ver al Rey querían atenderlo, pero él les dijo: - "Hace unos días vine disfrazado de mendigo y no me ofrecieron más que las sobras y hospedaje junto a los perros... Por todo esto, no esperen jamás un favor de mi parte".
Llego a la tercera casa, donde lo habían recibido con tanto cariño y atenciones. El rey los abrazo y beso a todos, y les dijo:
- "Hace unos días vine vestido de mendigo y ustedes me trataron como a un Rey, me dieron comida y un lugar limpio y cómodo para pasar la noche... En recompensa por sus buenos corazones, usted, padre de familia, queda elegido como Ministro del reino, y su esposa, será dama en la Corte. Y sus niños serán educados gratuitamente junto con mis hijos en el Palacio Real".
Los que habían rechazado al rey disfrazado de mendigo, al ver todo esto se lamentaban diciendo:
- "Ay, si hubiéramos reconocido al Rey; lo hubiéramos tratado muy bien".

¿Cuántas veces llega Jesús a tu vida bajo la forma de alguien que está pidiendo ayuda, y lo dejas con las manos tendidas?
Jesús está en todo hombre, pero en especial en aquellos que están más necesitados, y se sirve de tus manos, para aliviar su dolor.
Pero ten en cuenta también, que no solo es dar los bienes materiales, sino cómo los das: ¿con indiferencia o con amor?
El amor debe ser el motor para el buen trato a toda persona, con respeto a su dignidad de hijo de Dios.
Jesús dijo: "Todo el bien que han hecho a uno de mis hermanos más humildes, me lo han hecho a Mi".
No hagamos acepción, diferencia de personas. Delante de Dios TODOS somos iguales. Pero lo olvidamos con frecuencia.
Nacemos desnudos y nos vamos de este mundo sin nada. En algunos lugares entierran a la gente cuando muere desnuda, envuelta en una simple sábana. Una buena forma de recordar que la muerte nos vuelve a igualar a todos.
Ayudémonos con verdadero amor fraterno, viviendo el mandamiento del amor al prójimo.
Dios es fiel a sus promesas y jamás dejara sin recompensa los buenos actos de amor que realizamos con los demás.

Y no lo olvidemos nunca: Nosotros hacemos diferencias entre las personas, pero para Dios… TODOS SOMOS IGUALES.

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